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martes, octubre 26, 2004

¡Ah! Los editorialistas

Por azares del destino llegó a mis ojos esta opinión editorial del periódico El Financiero, que por su infinita estupidez merece un análisis concienzudo:

«Judicialización de la política
El ejercicio de la política en México ha perdido efectividad. La sociedad percibe que ese ejercicio, vital para la sana convivencia, se ha desgastado. Es más, por ncapacidad o por ignorancia, los propios políticos han preferido emplear métodos judiciales para dirimir controversias, por encima del diálogo o la apasionada discusión de ideas. Así, el fenómeno de la politización de la justicia que caracterizó al régimen dominante durante más de 70 años, se revirtió. Con la transición se dio paso a un aberrante proceso de judicialización de la política. Tan nociva una como la otra, porque ambas van en contra de la democracia y de sus instrumentos. Con las reformas constitucionales vigentes desde 1995, la Suprema Corte se convirtió en un Poder del Estado, en su sentido político más riguroso, y los actores políticos le han conferido una fuerza que llega a trascender a la constitucionalidad, la legalidad de las normas generales y los actos de su com!petencia. Para muchos actores políticos este proceso de modernización se ha convertido en un escudo que, junto con el juicio de amparo, protege y encubre su ineficacia, en perjuicio de la justicia y de la democracia.»

¿De cuándo para aca es aberrante el proceso de judicialización de la política? ¿Por qué va "en contra de la democracia y de sus instrumentos"? ¿Acaso es verdad que una reforma constitucional dio al Poder Judicial una fuerza que llega a trascender a la constitucionalidad, la legalidad de las normas generales y los actos de su competencia?

Me voy a clase, cuando regrese comentaré las razones que hacen de esa editorial una manifestación de supina ignorancia y estulticia.

Actualización (17:58): Dirimir las contiendas políticas con herramientas legales aporta racionalidad a un proceso de poder que se distingue por su falta de sentido común. No existe cosa más democrática que acotar las decisiones de mayoría con la tutela efectiva de los derechos fundamentales de las minorías (ahí está de ejemplo la declaración de inconstitucionalidad de la Ley 187, en California, que hizo una Corte de Circuito).

A reserva de escribir más tarde algo más sobre el tema (cuando los tetrarcas de la entropía dejen de recordarme, con su conducta, al Crispino de Juvenal), sólo agregaría que la editorial del diario El Financiero es una evidencia más de que hablar de lo que se ignora (como lo hace ese señor sobre el Derecho y la acción judicial) es un crimen contra la inteligencia.


viernes, octubre 08, 2004

Sed non casta tamen cauta

El Arte de la Guerra hace una referencia muy pertinente respecto a que los cornudos se vuelven locos e imbéciles. A la aseveración del brillante Ortuño sólo agregaría que la mujer que engaña a su marido con todo un batallón de espartanos viene y va hacia la ninfomanía, cualidad que a los hombres es esencialmente ajena por culpa de la refracción.

Los latinos decían, respecto a la mujer del César, sed non casta tamen cauta (si no casta, al menos cauta). Es decir, el asunto del adulterio es de apariencia y precaución.

Lo paradójico del caso es que la mujer siempre podrá ocultar su infidelidad, aunque tenga trato carnal con todo un regimiento: Los hombres se enteran de las traiciones de sus mujeres porque ellas quieren que lo sepan o porque les importa un bledo lo que opinen de su lascivo y hedónico proceder.

He ahí la principal causa de la locura del cornudo.


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