martes, enero 06, 2004
El columnista que todavía está ahí
Aún no le ponemos nombre al premio a la columna más idiota del día, pero esta presea se le otorga al bodrio que Marco Provencio perpetró hoy en Público-Milenio y del cual sólo comentaremos algunas perlas:
Según el brillante Provencio, mucho de lo que sustentaba los derechos laborales ya no está ahí, el lugar a donde se fueron esos elementos de sustentación sólo lo sabe Provencio pero esa circunstancia no le quita lo tonto a su comentario. De acuerdo a la lógica del ex vocero de Zedillo (y de Hacienda), los fundamentos de las vacaciones laborales se desvanecieron, por lo que en su torcido sentido de la existencia también debería ser válido que hubiera jornadas de más de ocho horas, desapareciera el aguinaldo, no se pagaran horas extras y se justificara que algunos empleadores actúen como señores feudales con sus siervos.
En realidad, lo que ya no está ahí es el cerebro de Provencio, se ha de haber quedado en alguno de los basureros utilizados en la administración zedillista.
El ilustre columnista también escribe de otras cosas igualmente absurdas, pero merecerán mi comentario hasta que me dé la gana de seguir leyendo sus idioteces.
Aún no le ponemos nombre al premio a la columna más idiota del día, pero esta presea se le otorga al bodrio que Marco Provencio perpetró hoy en Público-Milenio y del cual sólo comentaremos algunas perlas:
- «[…] Por lo pronto, el Estado mexicano moderno demuestra una vez más que gusta de irse de vacaciones a fines de año (y el resto también, dirían algunos). Argumentará que, aquí sí, los derechos de los trabajadores (y en especial los de los mandos superiores) son conquistas laborales irrenunciables (aunque el mundo ya no sea como el de antes y mucho de lo que sustentaba esos derechos haya dejado de estar ahí para continuar haciéndolo) […]»
Según el brillante Provencio, mucho de lo que sustentaba los derechos laborales ya no está ahí, el lugar a donde se fueron esos elementos de sustentación sólo lo sabe Provencio pero esa circunstancia no le quita lo tonto a su comentario. De acuerdo a la lógica del ex vocero de Zedillo (y de Hacienda), los fundamentos de las vacaciones laborales se desvanecieron, por lo que en su torcido sentido de la existencia también debería ser válido que hubiera jornadas de más de ocho horas, desapareciera el aguinaldo, no se pagaran horas extras y se justificara que algunos empleadores actúen como señores feudales con sus siervos.
En realidad, lo que ya no está ahí es el cerebro de Provencio, se ha de haber quedado en alguno de los basureros utilizados en la administración zedillista.
El ilustre columnista también escribe de otras cosas igualmente absurdas, pero merecerán mi comentario hasta que me dé la gana de seguir leyendo sus idioteces.

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